lunes, 3 de octubre de 2016

Mis conclusiones #ProiektuenAzoka #PAkidea

Este pasado sábado se celebró el último Proiektuen Azoka (Mercado de Proyectos ¿Qué es?). Una de las actividades con más repercusión de todas las que se generan en el Impact Hub Donostia.

El formato es muy ameno,divertido, inspirador y sugerente. Por la mañana desayuno y mesas donde se exponen los proyectos en presentaciones de 5+5(preguntas) min. Comida y por la tarde cuatro mesas temáticas en modo world cafe, en las que se tratan y se consulta sobre cuatro aspectos claves que pueden ayudar a potenciar los distintos proyectos. En esta ocasión fueron: Valores, Gestión, Sostenibilidad y Comunicación.

 

Después de disfrutar en la jornada no podía dejar de pensar con cierta frustración que hay ciertos elementos fundamentales que en mi opinión impiden el éxito de un proyecto. En concreto y en nuestro ámbito territorial más cercano sobre todo yo los resumiría en tres. Tres patas fundamentales y muy relacionadas entre si que cuestionan las probabilidades de fracaso o consolidación de una idea:


1.- El miedo a monetarizar. El miedo a "pedir" dinero por lo que hacemos. ¿Cuanto vale lo que hago? ¿De verdad vale algo? ¿A alguien le puede interesar?. ¿Pido/cobro mucho?. ¿Es competitivo?. ¿Es el momento de venderlo? ¿O aún debo esperar a tenerlo más maduro?. ¿Cómo retorno mi inversión?.
Yo creo que el mercado ofrece una referencia de precio, de valor "standard" que nos puede guiar en la fijación del coste de nuestro producto o servicio.
 

Pero el precio es algo personal que solo uno mismo puede valorar. No tenemos esta costumbre. Pensamos que el mercado, el cliente, el usuario, es quien debe valorarnos. En una primera instancia no es así. Si tu no sabes lo que vales no es buena idea que otros fijen tu valor.
Subyace en último término pasar de la lógica de la carencia que tenemos instalada en nuestro modo de pensar, a la lógica de la abundancia.



Por otra parte existe a veces hasta cierto pudor a la hora de cobrar actividades. Sobre todo cuando se desarrollan en el ámbito social y cultural. No tenemos costumbre de valorizar estas actividades y en ocasiones incluso juzgamos a quién sí lo hace. Cuando hablo de monetarizar no me refiero únicamente a ganar euros. El trueque o compensación también es beneficio que en último termino, si está bien negociado, materializará también en euros, en algún momento, en alguna parte.




2.- El pudor de la venta. Comunicar. Visualizar. Un comentario habitual: "Yo no valgo para vender. Necesito un comercial". Es mentira. Si no vales para vender tampoco vales para comprar y todos compramos cosas todos los días. No me voy a extender en esta afirmación tan categórica. Pero sí es cierto que no comunicamos y visualizamos bien nuestro producto porque pensamos que no tiene tanta importancia. Más aún, se piensa que si el producto es bueno se venderá solo. El público ya se dará cuenta. No hay mayor error que éste. No vale con ser, también hay que parecer. Y hay que comunicar y comunicar de manera incesante. Emitir. El receptor ya discriminará y desconectará cuando no le interese o ya haya entendido el mensaje sin duda alguna.



Remito a un postulado clásico del marketing: valor recibido vs. valor percibido. En los grandes proyectos de éxito siempre el valor percibido es mayor que su valor real objetivo. Siempre va a ser así porque somos seres emocionales. No decidimos ni compramos con criterios racionales. Nadie. Por tanto es normal y sin duda necesario dar máxima importancia a que el comprador perciba un valor máximo en lo que ofrecemos. Sin embargo una vez más existe cierto pudor en nuestro entorno social cercano a creerse "vendemotos", vendedores de humo o vendedores americanos de tv nocturna. Esto enlaza en muchos casos con las inseguridades y miedos del punto 1.



3.- Ser conectivo-cooperativo. "Solo no puedes. Con amigos sí". Es una simplificación que me remite a mi infancia con La Bola de Cristal. Pero me gusta porque resume un aspecto que también es clave: tejer redes.


Muchos emprendedores deciden que nadie mejor que ellos mismos para saber lo que quieren y cómo debe hacerse. Los socios o los colaboradores del tipo que sean terminarán dando problemas porque pueden comprometer y sembrar dudas en la idea original y en la viabilidad del proyecto. Pero esto no es sino un espejismo egocéntrico que nos autocreamos como justificación en algunos casos de nuestras limitaciones para trabajar en equipo o en entornos colaborativos, aún intuyendo que necesitamos ayuda.


Lo cierto es que las estructuras de red son las que más solidez y posibilidades dan a cualquier proyecto y más si son del tipo distribuidas. Crear una red eficiente significa que debe darse desde un espíritu win-win donde las dos partes siempre ganan, aunque no sea en la misma medida.


Importante también ser conscientes que el beneficio de una buena red puede llegar en ocasiones de nodos lejanos e imprevistos. En una suerte de efecto mariposa que en principio tal vez jamás hubiéramos imaginado.
Por terminar en este sentido, un bonito haiku que leí alguna vez en algún lugar y que puede aplicarse también a toda la jornada que vivimos el pasado sábado. Con mi mejores deseos de éxito para todos los participantes:

"No se mueve una brizna de hierba sin perturbar a una estrella"